PINTO COMO TOCO....TOCO COMO PINTO

miércoles, 20 de mayo de 2009

MOTORCITO


A mis amigos: A.M, P.S y F.M

Deben haber sido casi las siete de la tarde. Noche total, invierno. Llegué a la cita casi media hora antes, no necesariamente de nervioso, sino, simplemente, porque me era más grato esperarla en la calidez del “Red Pub” de la calle Suecia, ”el lugar” de esos días, que hacerlo dentro del auto, mirando nada. Me acomodé en un ambiente muy grato, tanto así que creo, fue éste el primero “boliche” en Chile en lograr esa atmósfera, algo habitual hoy en día: aquí y allá luz cálida, libreros, muros de ladrillos a la vista, buena música, poco comprometida, que no molestaba mayormente. Así, me senté en un agradable rincón, con un Vodka tónica y La Segunda para leer. ¿Qué mejor?

Yo ya estaba en la edad de no proporcionarme a mí mismo películas gratas, donde el jovencito podría ser yo, y así las cosas, siempre ganaba. Rato hacía ya que no anhelaba nada, no esperaba nada, y lo que viniera era y sería un regalo otorgado para mí, por “añadidura”. De manera tal que la doncella esperada podía tomarse todo el tiempo del mundo o no aparecer nunca. Al dar vuelta la página del diario, siento la presencia de alguien frente a mí, frente a mi mesa, que suavemente me dice: -Señor, lo molesto un segundo…. yo no vengo a pedirle nada, y tampoco, que me invite algo para beber. Yo no tomo -precisó-. Pero al observarlo, pensé que a lo mejor usted podría interesarse en mi y en lo que respetuosamente le ofrezco. Se trataba de un pequeño roperito chileno, fornido, vestido en el aquel entonces con el típico corte de Guendelman ( “donde Ud. lo ve, lo prueba y se lo lleva”), una corbata espantosa, pero un hombre bien cuidado, varonil, y que no era necesario mirarlo con demasiada agudeza para reparar que se trataba de un duro: un duro chileno, amistoso, caballero, pero de que sé sentia duro, se sentía.

Siendo yo un niño, y por lo mismo, sin tener en cada acto que me veía envuelto “arte ni parte” ni opinión, ni predilección que me fuera consultada, fui, así, sin saberlo, muchas veces a dar al Caupolicán, en su época de oro, cuando las Empresas Chilenas “Cóndor” auspiciaban las peleas y en general todo el ambiente boxeril local e internacional.Asistí innumerables veces, como para alcanzar a ser partícipe del triunfo memorable del Tany Loaiza, ......la derrota y el olvido del Tany Loaiza, y así como él, de muchos otros, incluyendo a “Pelo-duro Lobos”, figura legendaria, y a Kid Lecherito (mi favorito) y muchos, muchos más.Por lo que el box no me era extraño, tanto así, que hasta el día de hoy, despierta en mi cierto interés, cuando se trata de peleadores de gran nivel; ahora si, de verlos, lo hago por la televisión. Eran mi padre y mi cuñado Sergio, los que disfrutaban de todo aquello, y me llevaban porque si, creo yo.................................. El hombre me miró con ojos bastante puros, y yo me quedé ahí, degustando mi vodka, sin apuro, ni apremio alguno, pensando con qué me iba a salir este tipo. Me dijo entonces: -Señor, yo soy “Motorcito Miranda”, a lo mejor Ud. ha oído de mí: Campeon Sudamericano de los “Medios”, el que definió el título con el argentino “Yunque Lecture” .... ¿se acuerda? Yo sólo le pido que, por mil quinientos pesos, usted me permita sentarme un rato con Ud. Y contarle la pelea. Yo no quiero beber nada. No tomo. -Asiento, asiento, Motorcito- le dije, porque en realidad para mí era un privilegio, lo conocía de sobra y la situación, además aportaba a mi sentir surrealista de la vida, más que un grano de arena. Era, en realidad, una oportunidad inmejorable.
Se sentó, me fue contando, a ratos adecuadamente, a ratos un poco vago, a ratos, dándose para sí el mejor juego, a ratos dándome una visión nunca oída ni imaginada siquiera por mí de como era la esencia del box, desde adentro. Después de mil detalles apasionantes, remató: -Yo tenía piernas .... me recuerdo que ese dia, esquivé y tiré dos golpes seguidos... y se la repetí más encima dos veces al hilo. Vi que el hombre se resintió y le di de nuevo. Me salió del alma un gancho al mentón.(Ocasionalmente con su mano empuñada, tiraba pequeños golpes, cortos, al aire.)

1 comentario:

  1. Ya te lo dije antes, pero te insisto, ahora por escrito: "Motorcito" es uno de las narraciones favoritas entre todo aquello salido de la pluma de Orlando.
    Gracias por la dedicatoria.

    Álvaro

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